martes, 10 de julio de 2007

Gramsci: Nota Biográfica

Nota Biográfica

Antonio Gramsci

http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Gramsci

Nació el 22 de enero de 1891 de una familia humilde de Ales, en la isla de Cerdeña, una región de Italia tradicionalmente ignorada por el gobierno. Fue el cuarto de siete hijos de Francesco Gramsci. Francesco tenía dificultades financieras y problemas con la policía, llegó a estar en la cárcel y tuvo que andar de pueblo en pueblo por todo Cerdeña hasta que se estableció con su familia en Ghilarza.

Gramsci era un estudiante brillante, y ganó un premio que le permitió estudiar en la Universidad de Turín (1911-1919) donde se familiarizó con la literatura. En aquel entonces Turín estaba en proceso de industrialización y las fábricas de Fiat y Lancia estaban reclutando obreros de las regiones más pobres. Los sindicatos ya estaban establecidos y se estaban dando los primeros conflictos sociales. Gramsci estuvo muy involucrado en estos eventos, frecuentaba círculos socialistas y se asociaba con emigrados de Cerdeña, lo que le permitió seguir ligado a su cultura nativa.

Sus dificultades familiares en Cerdeña ya le habían formado su visión del mundo, que se refrendó con sus experiencias en Turín. Por extensos trabajos físicos en su juventud quedó jorobado.

Ingresó en 1914 el Partido Socialista Italiano (PSI), y rápidamente adquirió fama por sus escritos políticos y periodísticos en periódicos izquierdistas como L'Avanti (órgano oficial del Partido Socialista).

Fundó junto a Angelo Tasca, Palmiro Togliatti y Umberto Terracini el diario L'Ordine Nuovo (reseña semanal de cultura socialista) en 1919 y colaboró en la revista La Città Futura. Participa en el movimiento de los consejos de fábrica de Turín (1919-1920).

Este grupo junto con disidentes del PSI encabezados por Amadeo Bordiga forman la base el Partido Comunista Italiano (PCI) el 21 de enero de 1921. Gramsci se convirtió en líder del partido desde su creación, aunque por detrás de Bordiga hasta que éste perdió la dirección en 1924. Las tesis de Gramsci fueron adoptadas por el PCI en su Congreso de Lyons de 1926.

En 1922 Gramsci representó al PCI en una reunión de la Comintern en la Unión Soviética, donde conoció a su esposa Giulia Schucht, una joven violinista con quien Gramsci tendría dos hijos.

Su misión en la Unión Soviética coincidió con el ascenso del fascismo en Italia, y Gramsci regresó con instrucciones para unir a los partidos de izquierda contra el fascismo. Tal frente tendría idealmente al PCI en el centro, pero otras fuerzas también se disputaban el papel. Los socialistas tenían cierta tradición en Italia, mientras el PCI parecía demasiado reciente y radical. Muchos creían que una coalición dirigida por los comunistas se habría alejado del debate político y habría corrido el riesgo de aislarse.

Gramsci es electo diputado por Venecia en 1924 y lanza el periódico L'Unita (órgano oficial del PCI) desde Roma. Su familia permaneció en Moscú. En 1926 escribió una carta a la Comintern a raíz de las maniobras de Stalin, en la que condenó a la oposición, pero en la que también hizo notar algunas fallas del líder. Togliati, que estaba en Moscú como representante del partido, recibió la carta, la abrió, la leyó y decidió no entregarla. Esto creo un conflicto entre Gramsci y Togliati que nunca se resolvió en su totalidad.

El 8 de noviembre 1926 fue detenido y encarcelado por orden de Mussolini a pesar de gozar de inmunidad parlamentaria y fue llevado a la famosa prisión de Roma Regina Coeli. De inmediato fue sentenciado a 5 años de confinamiento (en la isla remota de Ustica). Al año siguiente fue condenado a 20 años de cárcel. Su condición física comenzó a deteriorarse y en 1932 la Unión Soviética trató de intercambiarlo por otros prisioneros con el gobierno fascista, pero las negociaciones fallaron. En 1934 le fue concedida la libertad condicional por su mala salud, tras haber visitado los hospitales de Civitavecchia, Formia y Roma.

Murió en Roma el 27 de abril de 1937, a los 46 años de edad. Está enterrado en el llamado Cementerio Protestante de Roma.

Obras
En prisión escribió 30 libretas de historia y análisis conocidos como Los cuadernos de la cárcel (Quaderni del carcere), que incluyen su recuento de la historia italiana y el nacionalismo, así como ideas sobre teoría marxista, teoría educativa y de crítica.

Hegemonía / bloque hegemónico
Se le conoce principalmente por la elaboración del concepto de hegemonía y bloque hegemónico, así como por el énfasis que puso en el estudio de los aspectos culturales de la sociedad (la llamada superestructura en el marxismo clásico) como elemento desde el cual se podía realizar una acción política y como una de las formas de crear y reproducir la hegemonía.

Conocido en algunos espacios como el "marxista de las superestructuras", Gramsci atribuyó un papel central al agenciamiento infraestructura (base real de la sociedad, que incluye: fuerzas de producción y relaciones sociales de producción)/superestructura ("ideología", constituida por las instituciones, sistemas de ideas, doctrinas y creencias de una sociedad), a partir del concepto de "bloque hegemónico".

Según ese concepto, el poder de las clases dominantes sobre el proletariado y todas las clases sometidas en el modo de producción capitalista, no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado, pues si así lo fuera dicho poder sería relativamente fácil de derrocar (bastaría oponerle una fuerza armada equivalente o superior que trabajara para el proletariado). Dicho poder está dado fundamentalmente por la "hegemonía" cultural que las clases dominantes logran ejercer sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación. A través de estos medios, las clases dominantes "educan" a los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad revolucionaria. Se conforma así un "bloque hegemónico" que amalgama a todas las clases sociales en torno a un proyecto burgués.

Los intelectuales y la educación
Gramsci estudió extensamente el papel de los intelectuales en la sociedad. Afirmó por un lado que todos los hombres son intelectuales, en tanto que todos tenemos facultades intelectuales y racionales, pero al mismo tiempo consideraba que no todos los hombres juegan socialmente el papel de intelectuales. Según Gramsci, los intelectuales modernos no son simplemente escritores, sino directores y organizadores involucrados en las tarea práctica de construir la sociedad.

También distinguía entre la intelligentsia tradicional, que se ve a si misma (erróneamente) como una clase aparte de la sociedad, y los grupos de pensadores que cada clase social produce “orgánicamente” de sus propias filas. Dichos intelectuales “orgánicos” no se limitan a describir la vida social de acuerdo a reglas científicas, sino más bien 'expresan', mediante el lenguaje de la cultura, las experiencias y el sentir que las masas no pueden articular por sí mismas. La necesidad de crear una cultura obrera se relaciona con el llamado de Gramsci por una educación capaz de desarrollar intelectuales obreros, que compartan la pasión de las masas. Su sistema educativo puede ser definido dentro del ámbito de la pedagogía crítica y la educación popular teorizado y practicado más contemporáneamente por el brasileño Paulo Freire.

El Estado y la sociedad civil
La teoría de la hegemonía de Gramsci está ligada a su concepción del Estado capitalista, que según afirma, controla mediante la fuerza y el consentimiento. El Estado no debe ser entendido en el sentido estrecho de gobierno. Gramsci más bien lo divide entre la “sociedad política”, que es la arena de las instituciones políticas y el control legal constitucional, y la “sociedad civil”, que se ve comunmente como una esfera “privada” o “no-estatal”, y que incluye a la economía. La primera es el ámbito de fuerza y la segunda el de consentimiento.

Sin embargo, Gramsci aclara que la división es meramente conceptual y que las dos pueden mezclarse en la práctica. Gramsci afirma que bajo el capitalismo moderno, la burguesía puede mantener su control económico permitiendo que la esfera política satisfaga ciertas demandas de los sindicatos y de los partidos políticos de masas de la sociedad civil. Así, la burguesía lleva a cabo una “revolución pasiva”, al ir más allá de sus intereses económicos y permitir que algunas formas de su hegemonía se vean alteradas. Gramsci ponía como ejemplos de esto a movimientos como el reformismo y el fascismo, así como a la “administración científica” y los métodos de la línea de ensamblado de Frederick Taylor y Henry Ford.

Siguiendo la línea de Maquiavelo, argumenta que el “Príncipe moderno” – el partido revolucionario – es la fuerza que permitirá que la clase obrera desarrolle intelectuales orgánicos y una hegemonía alternativa dentro de la sociedad civil. Para Gramsci, la naturaleza compleja de la sociedad civil moderna implica que la única táctica capaz de minar la hegemonía de la burguesía y llevar al socialismo es una “guerra de posiciones” (análoga a la guerra de trincheras); la “guerra en movimiento” (o ataque frontal) llevado a cabo por los bolcheviques fue una estrategia más apropiada a la sociedad civil “primordial” existente en la Rusia Zarista.

A pesar de su afirmación de que la frontera entre las dos es borrosa, Gramsci alerta contra la adoración al Estado que resulta de identificar a la sociedad política con la sociedad civil, como en el caso de los jacobinos y los fascistas. Él cree que la tarea histórica del proletariado es crear una “sociedad regulada” y define al “Estado que tiende a desaparecer” como el pleno desarrollo de la capacidad de la sociedad civil para regularse a sí misma.

Historicismo
Gramsci, al igual que el joven Marx, era asiduo proponente del historicismo. Desde su perspectiva, todo significado se deriva de la relación entre la actividad práctica (o “praxis”) y de los procesos sociales e históricos “objetivos” de los que formamos parte. Las ideas no podrían ser entendidas fuera del contexto histórico y social, aparte de su función y origen. Los conceptos con los cuales se organiza el conocimiento del mundo no derivarían primordialmente de nuestra relación con las cosas, sino de las relaciones sociales entre los usuarios de estos conceptos. El resultado es que no habría tal cosa como una “naturaleza humana” que no cambia, sino una mera idea de ésta que cambia históricamente. Además, la filosofía y la ciencia no “reflejarían” una realidad independiente del hombre, sino que serían “verdad” en tanto que expresarían el proceso de desarrollo real de una situación histórica determinada.

La mayoría de los marxistas sostiene la opinión de sentido común de que la verdad es la verdad sin importar cuando y donde se les plantee, y que el conocimiento científico (que incluye al marxismo) se acumula históricamente como el progreso de la verdad en este sentido cotidiano, y por lo tanto no pertenecería al dominio ilusorio de la superestructura. Para Gramsci, sin embargo, el marxismo sería “verdadero” en el sentido pragmático social, en que, al articular la conciencia de clase del proletariado, expresaría la “verdad” de su época mejor que ninguna otra teoría. Esta posición anti-científica y anti-positivista se debía a la influencia de Benedetto Croce, probablemente el intelectual italiano más ampliamente respetado de su época. Aunque Gramsci repudia esta posibilidad, su descripción histórica de la verdad ha sido criticada como una forma de relativismo.

Crítica del Economicismo
En un famoso artículo escrito antes de su encarcelamiento titulado “La Revolución contra Das Kapital”, Gramsci afirma que la revolución bolchevique representaba una revolución contra el libro clásico de Karl Marx, considerado la guía básica de la socialdemocracia y el movimiento obrero antes de 1917. Iba en contra de varias premisas al efectuarse una revolución socialista en un país atrasado como Rusia que no reunía la condiciones económicas y sociales que se consideraban indispensables para el tránsito al socialismo. El principio de la primordialidad de las relaciones de producción, decía, era una malinterpretación del marxismo. Tanto los cambios económicos como los cambios culturales son expresiones de un “proceso histórico básico”, y es difícil decir qué esfera tiene más importancia. La creencia fatalista, común entre el movimiento obrero en sus primeros años, de que triunfaría inevitablemente debido a “leyes históricas”, era, para Gramsci, el producto de circunstancias de una clase oprimida restringida principalmente a la acción defensiva, y sería abandonada como un obstáculo una vez que la clase obrera pudiera tomar la iniciativa.

La “filosofía de la praxis” (un eufemismo del marxismo que usaba para eludir a los censores de la prisión) no puede confiar en “leyes históricas” invisibles como los agentes del cambio social. La historia está definida por la praxis humana y por lo tanto incluye el albedrío humano. Sin embargo, el poder de la voluntad no puede lograr nada de lo que quiere en una situación determinada: cuando la consciencia de la clase obrera alcance el nivel de desarrollo necesario para la revolución, las circunstancias históricas que se encuentren serán tales que no se podrán alterar arbitrariamente.

Como quiera, no se puede predeterminar por inevitabilidad histórica cuál de los muchos posibles desarrollos tomará lugar.

Crítica del Materialismo
Con su creencia de que la historia humana y la “praxis” colectiva determinan si una cuestión filosófica es relevante o no, Gramsci se opone al materialismo metafísico y “copia” la teoría de la percepción desarrollada por Engels y Lenin, aunque no lo afirma explícitamente.

Para Gramsci, el marxismo no lidia con una realidad que existe por sí misma, independiente de la humanidad. El concepto de un universo objetivo fuera de la historia humana y fuera de la práctica humana era para él análogo a la creencia en un dios. La historia natural es sólo relevante en relación a la historia humana. El materialismo filosófico, como el “sentido común” primitivo, resultan de una falta de pensamiento crítico, y no se puede afirmar, como lo hacía Lenin, que se contrapone a la superstición religiosa. A pesar de esto, Gramsci se resigna a la existencia de esta forma “cruda” de marxismo: es estatus del proletariado como clase dependiente implica que con frecuencia el marxismo, como su representación teórica, sólo pueda ser expresado en la forma de superstición popular y sentido común. Sin embargo, para poder desafiar de manera efectiva las ideologías de las clases educadas, los marxistas deben presentar su filosofía de forma más sofisticada, y tratar de entender genuínamente las opiniones de sus oponentes.

Gramsci da un paso adelante en el terreno epistemológico al afirmar que "el marxismo también es una superestructura", lo que quiere decir que no es exactamente la verdad, sino un punto de vista que, como todo punto de vista puede tener sus falacias. Al oponerse al realismo epistemológico defendido por los leninistas, y al positivismo, abre paso a un grado mayor de relativismo epistemológico, que no constituye para Gramsci una renuncia ética o política, sino la asunción cabal del carácter provisorio y construido del conocimiento humano.

Influencias

Pensadores importantes para Gramsci
Nicolás Maquiavelo
Karl Marx
Benedetto Croce
Lenin
Antonio Labriola
Georges Sorel
Vilfredo Pareto
Henri Bergson

Pensadores influidos por Gramsci
Perry Anderson
Michael Hardt & Antonio Negri
Louis Althusser
Fernando Neyra
Raymond Williams
David Harvey
Edward Said
Judith Butler
Ernesto Laclau & Chantal Mouffe
Manuel Sacristán
Roger Garaudy
Robert W. Cox
Paulo Freire

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